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Bodas de Isabel de Segura. 29ª Edición. 20-23 Febrero 2025. Faltan

Las Gens




Dentro de la sociedad medieval turolense, encontramos estas minorías de "marginados" sociales. Grupos formados por gentes cuyas condiciones físicas, morales o económicas les excluyen de los estatus "normales" y les empujan a ocupar el escalón social más bajo. Pobres, vagabundos, mendigos, delincuentes, prostitutas, criados, enfermos, leprosos, impedidos, esclavos, etc, conforman esta parte del tejido social .


Casa de San Lázaro (Sancti Lazari Domus)
Uno de los centros asistenciales más importantes del Teruel medieval, era la Casa de leprosos de San Lázaro, cuya fundación se debe a Jaime I. Con su creación, se buscaba impedir el contagio de la enfermedad, para lo cual, todo aquel que la padecía, era ingresado allí hasta que llegaba su muerte. Seguramente se ubicaba extramuros en un paraje llamado Salit, junto al camino de Villaspesa, al lado de un frondoso olmo donde se ahorcaba a los reos condenados.

El catarismo fue un movimiento religioso de carácter agnóstico que se propagó por Europa occidental a mitad del siglo X, alcanzando gran arraigo en la región francesa del Languedoc. Allí algunos de los señores feudales de la región, vasallos del rey de Aragón, concedieron protección a los cátaros. La respuesta de la Iglesia fue considerar sus doctrinas heréticas y convocar la conocida como Cruzada albigense para erradicar esta nueva doctrina por la fuerza de las armas.  

En el escalafón más bajo de la sociedad se encontraban los cautivos. Se trataba de moros capturados en territorio musulmán durante las campañas militares. Su presencia fue constante a lo largo de todo el periodo medieval, resultando más numerosos cuando Teruel era frontera y durante las campañas desarrolladas en territorio valenciano y murciano. Para que su captura tuviera efecto tenían que ser apresados en tiempo de guerra. Si, por el contrario, lo eran mediando treguas debían ser puestos en libertad.

La primera referencia en el Reino de Aragón a la brujería data de 1023, cuando el Obispo Oliva de Vich le advierte por carta a Sancho El Mayor que uno de los principales problemas a atender en su Reino es el de los “augurios”. No será hasta la redacción de los Fueros de Aragón cuando se aluda por primera vez en una compilación legislativa a los “adivinos y envenenadores”, pues uno de los principales temores era que envenenaran las aguas.

El Común (Communia)
Con  los clérigos y los caballeros formando una minoría privilegiada, el resto de la población quedaba aglutinada dentro del grupo del Común. Se trataba de un grupo social de lo más heterogéneo, dentro del cual existían diferencias económicas muy marcadas entre sus integrantes. Eso no quita que sus miembros tuvieran la posibilidad en un momento dado de hacerse con los recursos económicos suficientes como para poder ascender al rango de caballero, aspiración de buena parte de sus integrantes.

Teruel, como toda villa de cierta importancia, contó con su prostíbulo, al que se conocía como la “casa de las fembras públicas”. Se encontraba ubicado fuera de la muralla, en la Taberna del Concejo del Arrabal, al comienzo de la actual Cuesta de la Jardinera. Era propiedad del Concejo y su alquiler proporcionaba importantes ingresos a la institución municipal. Las prostitutas gozaban de buenas condiciones de higiene y salud, recibiendo una vez a la semana asistencia médica pagada por el municipio.

El primer gran factor de estructuración social en Teruel era el de vecindad, pues aquellos que la ostentaban poseían la protección jurídica otorgada por el Fuero, disfrutaban de los bienes comunes o podían acceder a las magistraturas municipales. Así pues, quien poseía la ciudadanía gozaba de una situación privilegiada. Aquellos que no gozaban de ella tenían el carácter de forasteros, cambiando notablemente su estatus jurídico y procesal con respecto a los ciudadanos de la villa.

 Locos y endemoniados (Dementes et Posessi)
En la Edad Media, las enfermedades mentales eran atribuidas a causas sobrenaturales, y a los que las sufrían se les consideraba condenados por Dios por sus pecados. La locura no implicaba marginación y aislamiento, por lo que no existen referencias a manicomios donde tuviera lugar su confinamiento. Sólo a principios del siglo XV surgen los primeros hospitales dedicados exclusivamente al cuidado y atención de enfermos mentales, instituciones donde a los pacientes se les administraban sustancias calmantes.

Con el término peregrino se alude a todos aquellos viajeros que, ya bien por devoción o por voto, visitaban algún santuario o lugar considerado sagrado. Sin embargo, también se puede hacer extensiva esta denominación a todo aquel que se desplazaba por tierras extrañas. Aunque eran varios los lugares a los que se podía acudir como peregrino, en la Península Ibérica sólo se consideraba como tal al que se dirigía a la catedral de Santiago de Compostela para visitar la tumba del apóstol.

Los pobres y marginados durante la Edad Media suponían un cierto porcentaje de la población total, pudiendo haber llegado a ese estado por diferentes motivos. Por un lado, estaban aquellos impedidos, tullidos, enfermos o aquejados de enfermedades infecciosas como la lepra. Pero, también formaban parte de este grupo los mendigos, los locos o los vagabundos.

Las primeras noticias que se tienen del colectivo mudéjar asentado en Teruel las encontramos en 1258. A partir de ese momento las noticias en torno a él se prodigarán. Tras el otorgamiento de un Privilegio Real el 2 de marzo de 1285 se les permitió comprar propiedades rústicas, así como tan sólo satisfacer la mitad de la “pecha” establecida (impuesto). También hay referencias a mujeres mudéjares en estas primeras transacciones comerciales, como Hariza en El Tozal y Meriem en la Plaza Mayor.

 Siervos
Los siervos se encontraban en el peldaño más bajo de la sociedad, sólo con los cautivos por debajo de ellos. Se desconoce con precisión el volumen numérico de este grupo. Sus ocupaciones eran múltiples, desde trabajar en los campos o pastorear los ganados del señor, hasta realizar tareas domésticas. A cambio de sus servicios recibían su sustento y un salario, ya bien en dinero o en especie.