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Bodas de Isabel de Segura. 29ª Edición. 20-23 Febrero 2025. Faltan

Los Oficios y Artesanos



El comercio es un elemento definitorio de las características de Teruel desde el momento de la reconquista, centrado fundamentalmente en el pequeño comerciante o tendero local, de tipo familiar y artesanal. Por otra parte, El Fuero señala y regula la existencia de los oficios imprescindibles para el desarrollo y la vida cotidiana de cualquier sociedad urbana.


Aguadores (Aquarii)
Un oficio muy común en la España medieval, y que pervivió en algunos casos hasta el siglo XIX,  eran los aguadores, que se dedicaban a vender y distribuir agua entre la población. En una época, en la que el suministro de agua corriente a las casas no existía, su papel resultaba clave para garantizar ese abastecimiento. En el caso de Teruel, podían acudir a las diferentes fuentes existentes dentro del recinto amurallado, como la ubicada en la actual Plaza San Juan, o a las localizadas en las inmediaciones extramuros.

Alarifes de San Martín (Sancti Martini Architecti)
Los alarifes musulmanes (del árabe hispánico al’aríf, a su vez del árabe clásico ‘arīf, “experto”) desempeñaban, durante la Edad Media, un papel muy similar al de los maestros de obra cristianos. Como expertos aprobados y autorizados para dirigir obras, se encargaban de la ejecución material de la fábrica arquitectónica, teniendo a su cargo a los diversos maestros de oficios que tomaban parte en las tareas constructivas, como los albañiles, canteros o carpinteros. 

Albarderos (Clitelarii)
De gran importancia para las sociedades agrícola-ganaderas resultaban las albardas, cuya elaboración era realizada por los albarderos. Su principal ámbito de actuación dentro de la villa de Teruel se encontraba en la Calle Albardería (actual del Salvador), nombre que viene dado por el elevado número que había allí. El primer albardero documentado en Teruel es Pedro Gil, que aparece mencionado en el Morabedí de 1383-1387. Sí que son varios más los artesanos dedicados a esta profesión ya del siglo XV.

Armisén. Pañeros y tintoreros.
En la segunda mitad del siglo XIII, sobre todo a raíz de la conquista de Valencia, la villa de Teruel se convierte en un destacado centro de fabricación de paños, lo que hace que, comerciantes de paños y telas, procedentes de Cataluña y Valencia se establezcan en Teruel.  También, gracias a la excelente calidad de su lana y a la gran importancia de su cabaña  de ovino, pasa a ser uno de los grandes exportadores de materia prima hacia otras regiones limítrofes.

Ataifor: alfareros y cantareros (Figuli)
La alfarería tuvo una enorme importancia en el Teruel medieval, gracias a la abundancia de materia prima en las inmediaciones de la villa. Será, precisamente, esa proximidad de excelentes arcillas, cada una con unas propiedades diferentes, que las hacen óptimas para un determinado uso, la que dé origen a una floreciente industria alfarera. Dentro de los alfareros se diferenciaban diferentes especialidades en función de los útiles cerámicos elaborados. Básicamente son dos las principales: la cantarería y la ollería.

 Barberos (Tonsores)
Si bien, todos consideramos a los barberos, como aquellos profesionales que muestran habilidad con la navaja de afeitar, en la Edad Media, los cometidos que desempeñaban, eran mucho más amplios. Además solían realizar prácticas que hoy en día tienen la consideración de cirugía menor, como podía ser la apertura de abscesos de carácter superficial, la realización de sangrías, el arreglo de luxaciones, la aplicación de enemas y cataplasmas, y especialmente la extracción de piezas dentales.

 Bataneros (Fullones)
Clave en el proceso de elaboración de los tejidos era el abatanado, cuyo objetivo era transformar tejidos abiertos en otros más tupidos. Los batanes funcionaban por la fuerza de una corriente de agua que movía una rueda hidráulica, encargada de activar los mazos que golpeaban los tejidos hasta compactarlos. Una vez abatanados los paños, eran golpeados con una pala de madera sobre una losa de piedra para quitarles las arrugas. A continuación se ponían a secar y se le devolvían al tejedor.

 Baxadores-Tundidores (Tunditores)
Los tundidores realizaban el último de los procesos a los que eran sometidos los paños antes de darse por terminados, después de que los bataneros los hubieran abatanado. De cara a realizar su trabajo utilizaban unas tijeras de punta roma, con las que igualaban el tejido cortando los hilos y otros defectos que sobresalieran de él.

 Calceteros
Los calceteros eran los artesanos del gremio textil que se dedicaban a la fabricación o arreglo de las calzas, ya fueran de paño o de lana. A causa de la abundante demanda de este producto, merced a las nuevas modas masculinas imperantes, algunos de los sastres se independizaron para dedicarse a la elaboración de esta prenda semiinterior masculina profusamente utilizada en los siglos XIII y XIV.

 Caldereros (Aerifabri)
Los caldereros fabricaban y reparaban los recipientes de cobre y metal. Los datos documentales existentes acerca de ellos son menos numerosos que los de otros artesanos del ramo, puesto que su número sería reducido. A causa de su especialización vivían en el espacio de la villa más vinculado con el sector primario, por ser sus productos muy utilizados por agricultores y ganaderos. Durante todo el periodo medieval sus talleres se situaban en la Calle del Salvador o Albardería.

 Cambistas de Vellón (Monetae mensarii)
En la Edad media, los cambistas (los banqueros de hoy en día), realizaban su trabajo en puestos que  les asignaban en las ferias, al aire libre o bajo los soportales. El montaje era muy sencillo, constaba simplemente de un banco y un tablón, a modo de mesa, denominado banca. Sobre ella se contaba el dinero, se hacían los pagos, cobros, cambios y todo tipo de operaciones monetarias. En cada ciudad, los cambistas, ayudados por las autoridades, organizaban el plan diario de operaciones que se iban a llevar a cabo. En las ferias, muy habituales y relevantes para la economía en España, el puesto de los cambistas estaba delimitado y protegido por cadenas que se ataban a unos pilares de granito, para protegerse del tránsito de gente y carruajes. Los cambistas, así protegidos, podían llevar a cabo su trabajo con seriedad y honradez cumpliendo con las normas establecidas. Si alguno pretendía actuar de manera deshonesta, abusar o saltarse las normas para ganar dinero fácil, allí mismo, y, públicamente, se acababa con su banca, que se rompía a fuerza de golpes. De ahí el termino bancarrota que todos conocemos en la economía de hoy en día.

 Candeleros (Candellarii)
Fabricantes de candelas o velas, desarrollaban una labor fundamental en la vida cotidiana, al ser éstas la única fuente de luz durante la noche, además de para el culto litúrgico, por la necesidad de cirios para las diferentes ceremonias religiosas. El trabajo de este oficio se vería muy condicionado por la celebración de las distintas festividades gremiales, religiosas, concejiles o reales acaecidas en la villa, momentos en los que la demanda de este costoso producto se disparaba.

 Carniceros de la Villa (Villae Carnifices)
Uno de los colectivos más importantes vinculados con la alimentación eran los carniceros. En el Fuero aparece reglamentada su actividad, aunque sus primeras menciones con nombres y apellidos se retrasan hasta principios del siglo XIV. Desde 1284 aparecen menciones a las carnicerías del Concejo, único lugar donde estaba autorizada la venta de carne para los cristianos. Para matar los animales había que ir al matadero del Concejo, pues el Fuero establecía la imposibilidad de hacerlo en la carnicería.

  Casa de oficios (Officii Fraternitas)
A finales del siglo XIII el sector artesanal turolense experimentó un notable crecimiento, cuya evidencia más palpable la constituye la proliferación de numerosas asociaciones o cofradías. Sin embargo, en las Cortes de Daroca de 1312 el monarca aragonés Jaime II procederá a la disolución de todas las confratrie omnium ministerialum et operarium del Reino. En ese momento son catorce las cofradías radicadas en diferentes iglesias de la villa y cuyo origen habría que retrotraer algunas décadas atrás en el tiempo.


La cestería es una de las artes más antiguas de la humanidad, pudiendo situarse su origen ya en el Neolítico. Desde entonces no se ha interrumpido, por la necesidad del ser humano de disponer de recipientes. Si bien en el Fuero de Teruel no se habla de los cesteros como tales, en otros documentos de la época, como testamentos y donaciones, quedan consignados objetos de cestería entre los bienes reseñados a heredar, lo que lleva a pensar que poseían un cierto valor.

Cofradía de los pellejeros (Pellitorum Fraternitas)
Una de las primeras artesanías documentadas en Teruel es la vinculada con el trabajo de la piel, suponiendo el cuarenta y tres por ciento del total de menestrales conocidos. Entre 1200 y 1326 se tiene constancia de hasta trece pellejeros. Su auge debió estar íntimamente relacionado con la abundante materia prima disponible.

 Cofradía de los Santos Médicos San Cosme y San Damián (Sancti Medici)
Algo que no podía faltar en ninguna villa del Reino era un médico. El primero documentado en Teruel data del año 1284 y su nombre era Bernal. Poseía una capellanía en la iglesia de Santa María de Mediavilla, lo que conduce a pensar que vivía en el centro de Teruel, considerada la zona de mayor actividad económica y social. Pero, la profesión médica no sólo era ejercida por cristianos, sino que también encontramos a moros dedicados a este oficio.

 Colmeneros (Alvearii)
Los colmeneros se dedicaban a cuidar y mantener los enjambres de abejas melíferas, con el propósito de obtener de ellas la miel. Pero, además proporcionaban también por ejemplo la cera, fundamental para que los candeleros pudieran elaborar todas sus producciones. En la civilización musulmana existió gran tradición apícola, puesto que la miel gozaba de un gran prestigio por sus usos medicinales.

 Compañía de cazadores (Venatores)
La abundancia de caza en los montes turolenses llevó a algunos de sus habitantes a dedicarse exclusivamente a ella, convirtiéndola en su modo de vida. Su importancia fue tal, que llevó a regularla al detalle en el ordenamiento foral, en el que se alude con precisión a los distintos supuestos que pudieran darse entre vecinos y cazadores en relación a las piezas movidas o capturadas.

 Cuchilleros (Cultrarii)
Uno de los sectores con cierto peso económico en la Edad Media en Teruel es el que está relacionado con la metalurgia y en particular con el trabajo del hierro. En su mayor parte se trataba de herreros, aunque con el paso del tiempo y a causa del aumento en la demanda, comenzó a producirse una cierta especialización y diversificación dentro del gremio. En este escenario se enmarca el surgimiento de los cuchilleros, especializados en la fabricación de todo tipo de instrumentos cortantes.

 El Hammam de Juan Pintor y su esposa Doña Menga (Publica Balnea)
Los primeros baños turolenses documentados eran posesión del rey de Aragón. Pertenecieron al monarca Pedro II, que en una fecha indeterminada los donó a perpetuidad a un vecino de Teruel llamado Juan Pintor. En 1229, en su testamento, Juan se los dejó a su vez al Monasterio de Piedra, que aún en 1324 los seguía manteniendo en su poder, cuando fueron reedificados a instancias del Concejo. Se ubicaban cerca de la Puerta del Postigo, en las proximidades de la muralla.

 El Rabí (Iudeorm Magister)
La palabra rabino o rabí procede de rav (grande), usado en hebreo o arameo con el significado de “maestro”. En el mundo judío son los maestros expertos en la ley (Halajáh) y en la interpretación de la Torá (Midrásh). No obstante, también se aplicaba este término a quienes se distinguían en alguna disciplina y particularmente a los directores de las escuelas talmúdicas. Por último, tenían esa denominación los líderes espirituales de una sinagoga o los jueces de una comunidad.

 Enterradores (Ars Bene Moriendi)
El lugar de enterramiento constituía una gran preocupación para el hombre medieval, proliferando en los testamentos de la época indicaciones acerca del lugar donde querían ser inhumados. En Teruel eran nueve las iglesias entre las que se podía elegir sepultura. Ésta no se realiza por circunscripción territorial, sino que los habitantes podían acogerse a la parroquia por la que sentían preferencia. Dos serán las elegidas para la mayor parte de enterramientos: Santa María de Mediavilla y San Pedro.

Esparteros (Spartarii)
A pesar de carecer de evidencias documentales de la presencia de esparteros en los primeros años de existencia de la villa, con total seguridad debieron estar presentes. Hay que tener en cuenta que las fibras vegetales no textiles resultaban fundamentales para la elaboración de determinados utensilios de uso común: alpargatas, serones, albardas, sogas, etc. Ya con posterioridad se concentrarían estos artesanos en la Calle Albardería, que debía su nombre a la abundancia de trabajadores de este ramo en ella.

 Especieros (Aromata Coeficientes)
Durante la Edad Media la mayor parte de las especias eran un producto de lujo, siendo los especieros los encargados de su venta. Sus usos eran múltiples y no quedaban reducidos al culinario. Gracias al perfeccionamiento en la destilación de plantas aromáticas nació la farmacia, al poder ser usadas también como medicamento. Propiedades curativas tenían el espliego, el romero, el tomillo, la salvia o la mejorana. Los perfumistas también utilizaban especias y  plantas, para elaborar sus ungüentos y productos cosméticos.

 Esquiladores (Oves Tondentes)
El trabajo de los esquiladores es uno de los más antiguos que existen. Consiste en cortar el pelo, vellón o lana de un animal, con el fin de aliviarlo del calor del verano y poder obtener, a su vez, materia prima, que posteriormente se usará, sobre todo para la confección de prendas. El valor de la lana dependía de la raza del ganado, así como de la parte del cuerpo de donde proviniera. En la Edad Media el mercado de la lana alcanzó una enorme importancia en territorio turolense.

 Exeas (Redemptores)
De gran importancia para la economía turolense resultaba el comercio ganadero desarrollado con Levante, especialmente durante las primeras décadas de existencia de Teruel cuando era frontera. Para llevar a cabo estas transacciones, en algunos casos institucionales, el Concejo organizaba expediciones comerciales. Se creaban recuas o caravanas de comerciantes que viajaban a tierras musulmanas con productos y  ganados, a cuyo frente se situaba un oficial de nombramiento concejil denominado exea.

 Fruteros (Fructarii)
Los fruteros ocupaban un lugar destacado entre los profesionales encargados de la venta de productos comestibles, a tenor de la abundancia de estos alimentos en el entorno de Teruel. Los árboles frutales se concentraban especialmente en las fértiles vegas de los ríos Alfambra y Guadalaviar, terreno que era posible irrigar gracias a la cercana presencia de ambos cursos de agua. Se alternarían con los pequeños huertos existentes en este espacio y que resultaban claves para las economías domésticas.

 Fusteros (Lignarii)
De gran importancia en la construcción resultaban los carpinteros o fusteros, dentro de los cuales se encuadraban todos los artesanos de la madera. Su aportación a la construcción de edificios resultaba fundamental, tanto para la edificación de la obra propiamente dicha como de los andamiajes. El primer carpintero documentado en Teruel es Pedro García en 1245, aunque resulta lógico pensar en su abundancia, especialmente en los primeros momentos de nacimiento de la villa a causa de las necesidades constructivas.

 Ganaderos (Pecorarii)
Con el término ganadero se alude a todo aquel que se dedica a la crianza de animales con independencia de su especie. El peso de los ganaderos en la economía turolense resultó muy considerable desde los primeros momentos de existencia de la villa, dedicándose a este oficio buena parte de la población. La forma de incrementar la cabaña ganadera será tanto con la cría dentro del propio rebaño, como adquiriendo nuevas cabezas durante las expediciones militares lanzadas contra territorio musulmán.

Guardián de las cabañas
La cabaña ganadera turolense gozó desde sus orígenes de una protección especial por parte de los monarcas aragoneses. Cualquier acto realizado contra ella resultaba equiparable al allanamiento de morada. De cara a garantizar su protección surgió la figura del “guardián de las cabañas de Teruel”. Su misión no era la de impartir justicia sino la de proteger a los pastores y rebaños de Teruel en tránsito, además de defender sus intereses y privilegios en el Reino de Valencia.

 Herreros (Ferrarii)
La labor de los herreros es fabricar y vender aperos para el campo y herrar caballerías. Algunos de ellos, llamados miajuelos, también realizaban piezas punzantes que colocaban en la boca a los caballos para frenarlos.Por herrar un caballo cobran un sueldo jaques; por una mula 8 dineros y por un asno 6 dineros. Si el dueño tiene la herradura solo cobran un dinero por los clavos y el trabajo del herraje, no pudiendo negarse a esta tarea, pues serian sancionados por el almutazaf con 5 sueldos jaqueses. Se documentan herreros de la minoría mora en el siglo XIV y XV: uno en la Puerta de Zaragoza y otro en la Morería. En el siglo XVI, tras los decretos de conversión, por parte de los Reyes Católicos, se documentan dos casas en la Andaquilla ocupadas por los herreros Jaime Arriaga y Pedro el Royo. 
 
 Horneros - Panaderos (Furnarii)
Los horneros-panaderos se dedicaban a la producción de pan para abastecer a la villa de Teruel. Al igual que sucedía con los molinos, los hornos en un primer momento estuvieron en poder de las élites sociales turolenses, procediendo a su arriendo para la explotación. De los ocho documentados en un primer momento, al menos cuatro seguían esa pauta. Gracias a la información proporcionada por el Fuero conocemos en detalle todo lo relacionado con este oficio.

Hostal de la Puerta de Zaragoza (Caesaraugustanae Portae Custos)
Durante la Edad Media los viajeros podían desplazarse a pie, a caballo o en carro en función de su capacidad económica, aunque normalmente lo hacían de la primera forma por motivo de su escasez de recursos. Así pues, las distancias a recorrer siempre eran limitadas, no estando nunca por encima de los 40 kilómetros. De ahí que resultara fundamental la existencia de albergues, posadas y hostales a lo largo del camino, donde descansar en las diferentes etapas de los viajes.

 Jaboneros (Saponarii)
Dentro de la consideración de jaboneros, durante el periodo medieval, quedaban englobados todos aquellos artesanos, que se dedicaban a la producción de diferentes tipos de jabones y productos cosméticos, tanto para la limpieza de la ropa como para la higiene personal. La mayor parte de los jabones elaborados en la Edad Media eran de producción casera, reservándose los de mayor calidad para las clases más pudientes de la sociedad y sobre todo para las ocasiones consideradas como especiales.

 Juristas (Iudices)
Los juristas eran las personas que se dedicaban al estudio del Derecho o que lo practicaban. En los territorios cristianos el sistema de Derecho imperante durante todo el periodo medieval fue el derecho visigodo basado en el Liber Iudiciorum, traducido después a la lengua romance como Fuero Juzgo, y que ha llegado a pervivir en nuestro derecho incluso hasta las codificaciones del siglo XIX. Si bien el Liber constituye el derecho de carácter general, el proceso repoblador provocó la aparición de situaciones nuevas.

 La Taberna Vieja (Vetus Taberna)
Junto a la Taberna del Arrabal, que desde finales del siglo XIV también tendrá, además de las funciones propias del establecimiento, las de prostíbulo, en Teruel hubo otra taberna propiedad del Concejo. A tenor de su nombre de Taberna Vieja, debió de ser la de más antigua creación en la villa. Se ubicaba en el Callejón de Valero, hoy calle Clavel, que se encuentra según se bajaba de la Puerta de Zaragoza (hoy Tozal), a su izquierda hasta la calle El Chapo (hoy Ainsas), una de las que se dirige a la Judería.

 Labriegos (Agricolae)
Los labriegos eran las personas que se dedicaban a trabajar y cultivar la tierra. A consecuencia del enorme peso económico que tenía la agricultura en la economía turolense, el número de personas dedicadas a esta tarea, ya desde los primeros momentos de fundación de la villa, debió de resultar considerable. Esta importancia queda reflejada a la perfección en el hecho de que los agricultores llegaron a configurar una de las dos fracciones en las que solía dividirse la mano menor de la villa.

 Ladrilleros, Tejeros y Olleros (Latericii, Tectarii et Ollarii)
La llegada de los primeros ladrilleros, tejeros y olleros a la villa de Teruel debió producirse ya durante sus momentos iniciales de existencia, al resultar necesarios los materiales de construcción para levantar los edificios primigenios. Sin embargo, sus primeras evidencias documentales se demorarán algunas décadas en el tiempo. En 1245 un tal Marco, de profesión cantarero, alquiló un tejar en la Puerta de Valencia para fabricar tejas en él, aunque se desconoce si estaba ubicado intramuros o extramuros.

Leñadores (Lignatores)
Los leñadores se dedicaban a cortar, recoger y vender la leña, siendo el de la silvicultura uno de los más importantes sectores económicos turolenses dada la abundancia de bosques. Los leñadores trabajan por cuenta propia, estando su trabajo regulado por el ordenamiento foral. Iban por las calles voceando para avisar de que llegaban con un cargamento de leña para no provocar lesiones a los viandantes. Si herían a alguien estaban obligados a pagar la correspondiente multa.

 Maestros Canteros (Lapicidae Magistri)
En el siglo XII ya se diferencia con claridad entre los canteros o cortadores de piedra (latomos) y los albañiles o maçons (cementarios), que son los que las colocan. La palabra lapicida designa también al trabajador de la piedra y en algunos documentos aparece como tailliator petrae o caesor lapidum. Dentro de los canteros se distinguía entre el “artista” que trabajaba la piedra blanca para crear elementos ornamentales (estatuas, molduras, capiteles, etc.) del simple cantero que labraba sillares.

 Maestros de Obra (Operis Magistri)
Uno de los sectores que más mano de obra absorbería durante las primeras décadas de existencia de la villa fue el de la construcción, al ser necesario levantar las murallas, los edificios religiosos y las viviendas privadas. Esto provocaría la llegada de especialistas en diferentes técnicas constructivas, entre los que estaban los maestros de obra. Ya en el Fuero se puede apreciar una primera diferenciación clara en cuanto a la organización del trabajo en los diferentes procesos de la construcción.

 Mercaderes (Mercatores)
Teruel exportaba productos de origen agrícola, ganadero y forestal, además de algunos secundarios producidos por las manufacturas locales. Por contra, se importaban manufacturas y productos naturales secundarios. En el Fuero se alude a la obligación de mercaderes y revendedores de cumplir las ordenanzas de precios promulgadas por el Concejo. Se preveían severas penas pecuniarias para los que aprovecharan ciertos acontecimientos para encarecer sus artículos.

Merceros - Buhoneros (Mercaturae)
Los merceros y buhoneros se dedicaban al comercio al por menor de cosas menudas y de escaso valor. Normalmente recorrían las ferias y mercados ofreciendo sus productos en forma de venta itinerante. Su papel resultaba especialmente relevante en las pequeñas localidades donde la gente tenía dificultad para adquirir ciertos productos, pues en las grandes villas y ciudades donde abundaba todo no se necesitaba de ellos. En la mentalidad medieval tenían una baja consideración social a causa de su vida errante.

 Mesón de Pedro Lamata
Junto a las tabernas, los otros espacios dedicados al ocio en la villa de Teruel eran los hostales y los mesones. En cuanto a los primeros, el hostal de la Puerta de Zaragoza estaba ubicado en las proximidades de este importante acceso. Respecto a los mesones, los dos conocidos, el del Cuervo y el de Pedro Lamata, se localizaban en el barrio del Arrabal, zona de crecimiento extramuros. Todos ellos eran de carácter privado y estaban regentados por sus propietarios.

 Mester de Juglaría
Bajo el nombre de mester de juglaría queda englobado todo el conjunto de poesía épica o lírica medieval de carácter popular que tenía a los juglares como protagonistas. Había dos tipos de juglares, los épicos que recitaban poesía narrativa, y los líricos que se dedicaban a cultivar la poesía de carácter sentimental y amatorio. Durante los primeros siglos de la Edad Media abundaron especialmente los primeros, siendo desde la segunda mitad del siglo XIII mucho más abundantes los líricos.

 Molineros de harinas
Los molineros eran los encargados de llevar a cabo la molienda en el molino. En contra de lo que pudiera pensarse, se trataba de un trabajo con gran complicación. Aquellos que lo realizaban debían tener conocimientos de carpintería y albañilería, de modo que pudieran mantener en buen estado tanto el edificio como la maquinaria que albergaba en su interior. Especial complicación tenía efectuar el correcto picado de las piedras molares, fundamentales para garantizar la calidad de la harina.

 Notarios (Publicae Scribae)
Los notarios constituían piezas clave para el funcionamiento de la sociedad medieval. Su importancia viene dada por la gran cantidad de actos jurídicos, económicos y administrativos, tanto de carácter público como privado, que se realizaron durante este periodo y que se ocuparon de dejar por escrito al detalle. Ellos eran los encargados de levantar actas, dar fe como testigos, pero también de iniciar trámites y procesos de lo más diversos, como fijar los codicilos, escribir apocas o cancelar las facturas.

 Parteras (Obstetrices)
Las parteras tenían como oficio asistir a las mujeres en el parto, siendo el equivalente actual de las comadronas o matronas. Esta profesión tenía un carácter eminentemente femenino durante el periodo medieval, siendo escasa, por no decir nula, la presencia masculina durante el alumbramiento. Junto al pudor femenino, también entraban en juego cuestiones de índole religiosa y moral. Así pues, eran las mujeres quienes tenían el completo monopolio en el campo de la ginecología y de la obstetricia.

 Pastores Privados (Privati Pastores)
Junto a los pastores que ejercían su cometido bajo la jurisdicción directa de las instituciones concejiles, había otros muchos que estaban vinculados de una forma o de otra a diferentes señores, al igual que sucedía con el resto de criados domésticos. A causa de ello, tenían una dependencia directa con respecto a sus amos. Con independencia del tipo de ganado que llevaran, su contratación tenía lugar para San Juan, cuando los rebaños trashumantes regresaban desde los pastos invernales.

 Pelaires (Lanificae)
Entre los oficios más antiguos documentados en el Teruel medieval hallamos a los pelaires, nombrados ya en el Fuero. Los pelaires o señores del paño eran los dueños de buena parte de la industria textil turolense, encargándose de todas las fases del proceso productivo. Promovían la fabricación, compraban la lana, la mandaban hilar y posteriormente tejer. Llegaron incluso a contar con dos batanes propios, el del Cubo y también el conocido como de arriba o de la Villa Vieja.

Perfumistas-Esencieros (Ungüentarii)
Los ungüentarii eran los encargados de fabricar perfumes en la Edad Media, o lo que es lo mismo los perfumistas. El periodo medieval resultó trascendental en este campo. Por primera vez en la Historia ser fabricante de perfumes se convirtió en una profesión. El año 1190 el rey Felipe II Augusto de Francia reconoció el oficio de perfumista, aprobando el estatuto de este gremio. A consecuencia de ello se crearon las primeras escuelas para formar especialistas y maestros en elaborar fragancias naturales.

 Pescadores (Piscatores.Officio et Mercede)
Aunque la pesca fluvial debía ser una actividad común entre todos los habitantes de Teruel, también había algunos vecinos que hicieron de ella su medio de vida. Se trataba de los pescadores, que surtían de truchas y barbos las despensas turolenses. Aunque se desconoce cuándo se produjo la aparición de este oficio, con total seguridad lo hizo tempranamente, pues en el Fuero de Teruel aparecen mencionados piscatorum officio et mercede.

 Pintores (Pictores)
Uno de los oficios vinculados con la construcción, y principal responsable del remate decorativo de los edificios de mayor enjundia de la villa, es el de los pintores. Tal es el caso de la ornamentación presente en la techumbre de la Catedral de Teruel, joya pictórica medieval. Sin embargo, a tenor de la escasa información de que se dispone actualmente, no se sabe si se trataba de pintores de brocha gorda o de especialistas en otro tipo de manifestaciones artísticas.

 Plateros y Orfebres (Argentarii et aurifabri)
Los plateros y orfebres eran los encargados de dar forma a las piezas de joyería. Sus talleres, que, como en otros casos, también desempeñaban las funciones de vivienda, se ubicaban en el mejor espacio de la villa, desde el punto de vista comercial. Todos se hallaban en un recorrido que nacía en la Puerta de Zaragoza (hoy Domingo Gascón), bajaba por la Calle del Tozal, desembocaba en la Plaza Mayor o del Mercado (hoy Torico), y terminaba en la calle de la Franquería (actual Ramón y Cajal).

 Sastres (Sartores)
El último eslabón dentro de la manufactura textil era la confección de las diferentes prendas de vestir, y también de las de abrigo, a partir de las telas suministradas por los pelaires y tejedores. De esta tarea se encargaban los sastres. Curiosamente, en el caso turolense los únicos sastres de los que se tiene constancia en el siglo XIII, y ya a finales de esa centuria, pertenecen a una misma familia de judíos, en la que la mayor parte de sus miembros varones se dedicaban a este oficio.

 Seroneros (Restiarii)
Los seroneros constituían otro de los sectores artesanales vinculados con el trabajo de las fibras vegetales, cuya dedicación consistía principalmente en la elaboración de serones. Estos, con una forma similar a un gran capazo sin asas, normalmente se utilizaban para el transporte de la carga a lomo de las caballerías. Fabricados con esparto o cáñamo, podían adoptar diferentes diseños en función del producto que debiera ser transportado, como materiales de construcción, grano o recipientes para contener líquidos.

Sogueros y cordoneros (Funiculi)
Los sogueros-cordoneros eran los encargados de la fabricación y venta de cuerdas, cordeles y cordones en la Edad Media. Como materia prima utilizaban el cáñamo, requiriéndose para la fabricación de las sogas de amplios espacios, a causa de las especiales necesidades de este oficio. Aunque fueran estrechos sí se requería que tuvieran una considerable longitud para proceder al trenzado de las sogas de mayores dimensiones y longitud. De ahí que se solieran ubicar en espacios fuera de los centros urbanos.

 Studium de la Villa
La primera referencia a un posible centro de enseñanza en Teruel data de 1257, al estallar un pleito entre el clero turolense y el aldeano respecto a las prebendas del capítulo. Al resolver el litigio el obispo zaragozano, se insinúa la existencia de un posible centro eclesiástico destinado a formar a los aspirantes.

Dentro del gremio de la construcción, otros de los trabajadores eran los tectoris o techadores. Se encargaban de llevar a cabo todos los sistemas de cubrición de los edificios, consistentes en las estructuras de soporte de los tejados, así como el remate final exterior de las construcciones. No obstante, es probable que su trabajo no quedara reducido únicamente a ese cometido tan específico, sino que también acometieran otras tareas auxiliares de enlucido y de revoco de las paredes de los edificios.

 Tejedores (Textores)
La artesanía textil adquirió una cierta consideración en Teruel. Este sector manufacturero se veía facilitado por la presencia de abundante lana y de buena calidad. Los profesionales dedicados al sector textil suponían en el siglo XIII el dieciocho por ciento del total del censo contabilizado de menestrales. Las primeras noticias que revelan la importancia de la industria pañera turolense son las alusiones a los molendinos traparium en las vegas de Teruel, cuya costosa construcción sólo se acometía si resultaba rentable.

 Tenderos - Botigueros (Tendarii)
Los tenderos se dedicaban a la venta de productos en sus tiendas o botigas, normalmente ubicadas en los bajos de la propia casa donde habitaban y donde solían tener también su taller. El número de tiendas aumentó la segunda mitad del siglo XIII tras la conquista de Valencia. Se concentraron en la Plaza Mayor y en la calle de El Tozal, los espacios más comerciales de la villa, instalándose las dedicadas a alimentación en las calles convergentes a la Plaza.

 Trajineros de la Villa (Villae Portatores)
Los trajineros  transportaban las mercancías ajenas de un lugar a otro. Podían estar al servicio de particulares o también de las autoridades concejiles, que les encargarían el traslado de diferentes productos. Normalmente lo hacían a lomos de animales, sobre todo con mulas, ya bien a nivel individual o creando recuas compuestas por varias cabalgaduras. A tenor de la información proporcionada por la documentación existente, buena parte de los turolenses que se dedicaban a este menester eran mudéjares.

 Vinateros (Vinetarii)
Los vinateros eran las personas que se dedicaban a comerciar con el vino. A tenor de la enorme importancia que adquirió la vid como cultivo en el Teruel medieval, su peso en la economía turolense resultaba considerable. Será precisamente esa trascendencia la que conduzca a que todos los aspectos de la venta de vino queden ampliamente regulados en el Fuero, especialmente con el fin de evitar que se pudieran producir fraudes en relación con este producto.

 Volateros (Venatores)
Los volateros se dedicaban tanto a la cría de aves domésticas como a la caza de las salvajes, para posteriormente proceder a su venta, estando vinculados con los carniceros. Durante el periodo medieval la volatería sería la carne consumida con más frecuencia entre la población, existiendo diferencias de consumo entre las diferentes clases sociales. Gallinas, pavos, capones y algunos ánades se criaban en los corrales para consumo propio, siendo el resto de aves que se consumían procedentes de la caza. 

 Yugueros (Iugatorii)
El término yuguero puede hacer referencia, tanto a los fabricantes de yugos como a los agricultores que labraban la tierra con yuntas de bueyes, ya fuera por cuenta propia o sirviendo a un amo. Será esta última acepción la que aparezca en el Fuero de Teruel, que recoge una amplia casuística al respecto de lo que debía aportar el contratante y el yuguero contratado y las condiciones de trabajo de éste.

 Zapateros (Sutores)
Vinculado con los pellejeros se hallaba el oficio de los zapateros, especializados como su nombre indica, tanto en la fabricación y reparación de calzado, como en el cosido de suelas. Su producción incluiría desde las simples abarcas para el pueblo llano, hasta los zapatos más lujosos y elaborados en pieles especiales. La nómina de menestrales dedicada a este trabajo es muy elevada ya desde las primeras décadas de existencia de la villa, pues entre 1206 y 1323 son doce los zapateros documentados.